Queridos todos:
Perdonad el retraso en volver a escribir, aunque la verdad no os había dicho con qué frecuencia lo iba a hacer, pero aún así comenzar un blog y quedarse callado durante más de dos semanas quizás sea demasiado, ya veremos.
En fin, la mitad del puente lo he pasado en Utrecht y Ámsterdam, sola, si sola, aproveché un Congreso en el que di una comunicación sobre la nueva ley de costas para pasar el jueves en Utrecht escuchando y platicando y el viernes en Ámsterdam. No os voy a hablar del Congreso, eso lo dejo para mis colegas administrativistas. Vamos a mi objetivo no académico, el Rijk Museum y el Van Gogh Museum.
Del primero, reconozco que con el bombo y platillo que le dieron a la reforma esperaba algo más, y sobre todo no esperaba una avalancha de turistas, entre los que me incluía paseando por la galería azul como si fuera el metro a grito pelado y a codazos, de verdad, a codazos para hacer la foto del cuadro de turno, la lechera de Vermeer, la Ronda de Noche o el que se prestara. Fue una especie de bofetada, de jarro de agua fría, pues mi idílico plan era levantarme muy pronto (cosa que al final no hice) para abrir el museo y poder contemplar y regodearme en los cuadros, en la belleza, en la luz, así de cursi, y así de verdad y hacer memoria, esto si me encanta, de lo poco que sé de cada artista y relacionarlos, eso sí me rechifla unos con otros, en soledad contemplativa, en silencio cromático.
Imaginaos con estas aspiraciones, llegar a la marabunta de la sala azul...por poco no me da algo. Pero me sobrepuse y como el Rijk es mucho más que la dichosa sala azul, en cuanto cambié de sala pude respirar y contemplar. Me quedo (siempre que voy a un Museo, lo hago desde que iba con mi madre "me quedo" con algún cuadro o con algún pintor), con Rembrandt porque me apasionan sus autorretratos, con un tal Isaac Israeli (moro no era desde luego), que es un impresionista holandés que me resultó un Sorolla pero un poco más mortecino. ¡Ah¡ y con un Ver Meer en el que me vi retratada cuatro siglos atrás; una madre despiojando a su hija, me lo he puesto como perfil en W-up. Os confieso que el despioje cada vez me parece más relajante, ya le tengo cogido el truco y poder tener a un solo hijo tumbadito a tu lado, y a veces hasta dormido y tú como madre dedicada, aparentemente, a mesarle los cabellos, es una delicia, el otro día hasta solté una lagrimilla al contemplar la belleza, ésta bien viva de mi hija Almu; debo estar fatal.
Debería colgar fotos, sería lo propio, pero soy bebé blogguera, en cuanto me modernice un pelín más lo haré, pero además hoy, después de la obsesión que vi por el #hacerlafotoalcuadro#, en eso consisten las visitas a los museos ahora, pues casi que me deleito en mi descripción para que le echéis un poquito de imaginación.
El Museo Van Gogh, tras la larga cola de una hora, esto me pasa por no sacar las entradas por internet...si ya digo más turristorra que las italianasversaces que tuve a mi lado durante la hora y media de espera, como decía del Van Gogh me quedo con la organización del Museo, con las piezas hechas por delante y por detrás de los lienzos para ahorrar, me siento muy Van Gogh ahí, y en un paisaje urbano muy gris y una piedad que es un "estudio" sobre un cuadro de Delacroix, que resulta muy chocante.
Y caí en la tentación de la tienda del museo, aquí soy posmoderna hasta la médula, y a pesar de saber que esos trazos largos, esas pinceladas circulares denotan locura, y que el cuadro "La habitación" es la habitación del manicomio en el que estaba encerrado Vincent...pues voy y le compro un estuche a Almu con la susodicha habitación (le encantó por cierto).
No quiero extenderme mucho más. Casi ya se me ha olvidado el viaje, esta semana ha sido muy intensa, inesperada, enriquecedora, transfiguradora, inquietante, absolutamente sorprendente.
Ya os contaré porqué.
Buenas noches a todos.
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