Mañana fría del mes de febrero. El cielo pesado. Misa de 9.30 en santa Catalina. Una madre y sus dos hijos se reúnen para dar gracias. Desde arriba padre nos observa, muy feliz, se sonríe, míralos qué piadosos. Alegre está de que su Nurieta cumpla 75 en plenas facultades, es decir dando y dándose.
Comulgamos, juntos. Nos hacemos uno en El. Me conmueve desde lo más profundo. Lloro. Queremos tus migajas. Enséñanos a pedir lo que de verdad necesitamos. Esto es hacer familia. El resto...por añadidura.
Media mañana. Nos regalamos visita al Prado. Metapintura es la exposición; el arte en el arte, el arte para los artistas, los artistas y su arte. Experiencia estética sublime.
'Las hilanderas' nos dejan en silencio, contemplamos, te contemplo como parte viva de esa obra maestra...
Y allí está esa hilandera que es la diosa Atenea, que es la inteligencia y la sabiduría y allí estás tú madre que hilabas ese hilo de grafito, fino y superfino, que servía para dar luz, profesión forzada y sacrificada, hilandera del siglo XX.
Y allí estás tú madre que has hilado tu vida con ese hilo superfino del detalle, que a nadie deja indiferente, que a todos agrada.
Una hilandera desdibujada no muestra su rostro solo hace su trabajo, en silencio, cambia el mundo, hace el bien, ama al otro.
Vuelvo por el Retiro, paseo, respiro, recuerdos en cada rincón, y veo, tras contemplar, mi vida. Y doy gracias. Mascullo un rosario. Respiro.
Mediodía. Comemos juntos. Nos recuperas nuestras raíces catalanas, las buenas, las del compartir la mesa con vajilla inglesa y copa portuguesa ; habas y crema. Tras muchos años !por fin! Clavas la receta. Nos regodeamos. Reímos.
Felicidades madre. Gracias por hilar siempre fino. Sabia hilandera de nuestras vidas.
Hilandera de las palabras, gracias. Rocío
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