Hay días en los que a uno le gustaría ser otro y que mis hijos fueran, sino otros, si de otra manera. Hay días en los que no nos encontramos, en los que este tinglado es una auténtica batalla campal, en los que nada parece salir bonito, en los que el alma refunfuña y el cuerpo somatiza ese pesar y se queja e impacienta y gruñe. Gruñe mucho.
Hay días en los que me gustaría salir pitando de aquí.
Pero queda un resquicio de belleza en estas miserias. Y es esa sensación tan grande de pobreza, de necesitar al de mi lado, ese que refunfuña tanto o más que yo. De necesitarnos a todos; pero en una versión mejoradita. De necesitar Al más grande; ese que dentro de poco se va a hacer muy pequeño. De necesitar tomar un poco de aire y oxígenarnos y hacer algo juntitos, y echarnos unas risas, y no andar agobiados.
Hay días y días.
Feliz Adviento. Feliz espera.
domingo, 29 de noviembre de 2015
Hay días...y días.
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