domingo, 20 de abril de 2014

Distancias.

Queridos todos;
Empiezo la entrada en el camino de vuelta de las vacaciones, recorriendo un mar de olivos.
Distancias. Amos Oz describe con agudeza dos tipos de lectores, los que valoran, enjuician un libro desde la distancia del autor al libro, queriendo saber todo del mismo, su relación personal con los personajes, sus referencias autobiográficas en una especie de morbo intelectual más o menos fructífero pero que no va más allá . Y aquellos que viven el libro desde la obra hasta nosotros mismos, entrando en los personajes en el argumento para de alguna forma experimentarlos, para ponerse en el lugar de lo que se lee, aprehender y emprender desde allí.
Y me parece que en la vida espiritual en ese "ser religioso" que cada uno llevamos dentro en mayor o menor medida hay un poco de estas dos distancias, de estos recorridos del alma. Y no digo que haya dos grupos de personas, sino que hay distintos recoridos.
El que se queda en el autor y su obra, y siendo una experiencia bella y profunda  (me dice mi marido en medio del atasco que parezco una teenager dándole a la teclita). Sigo, intento seguir (a Rafa le sale sangre por el labio, llevamos casi dos horas parados oyendo a Bisbal). Como decía los que se quedan, o nos quedamos en la distancia en este caso del Autor y su Obra. Hoy la más grande y sobrehumana la Resurrección, y desea/mos Feliz Pascua, y celebramos y compramos huevos de chocolate y una mona para los ahijados si somos catalanes y desde esa distancia seguimos y vivimos. O los que intentan o intentamos (vale me puedo incluir de vez en cuando, aunque el problema es ese "de vez en cuando" tan de religiosidad a la carta, hoy creo, vivo de cara al Señor, recorro un caminito más largo, más arriesgado, mañana me olvido) o los que desde su miseria interior quieren asomarse a la grandeza de un misterio que les sobrepasa y por eso da vértigo, y se escurren delante del misterio y se quieren hacer UNO y hacer comunidad, e Iglesia y vivir en y a su ritmo, con su a veces lento, pero resonante y rotundo palpitar y poder decir desde lo más profundo del corazón que desean Feliz Pascua de Resurrección pero ni nos atrevemos o si lo hacemos es con la boca chica, deseando ese "sicut dixit" del Regina Coeli pues todo nos viene grande, nos acompleja.
¿Todo?
Quizás todo, todo no, de nuevo y ahora voy a mojarme, tomar la distancia larga, porque de nuevo, como en la Anunciación ese experimentar, vivir en clave de resurrección se hace posible recibiendo eucarísticamente al resucitado. ¡toma ya!  ¡y se queda tan ancha la tía, pensaréis! Pues si...Y así lo he vivido, lo he rozado con la punta de los dedos de un alma que de pie miraba a sus hijos sentados en el suelo de una pequeña capilla abarrotada, incómoda y poco fervorosa pero desde ahí, en esa distancia, llena de olor a incienso, llena de olor a Dios, desde esa intimidad rompedora, estremecedora, grande y pequeña y ...¡ay, demasiado fugaz! Allí o desde allí si que os puedo desear una Feliz Pascua de Resurrección. ¡Aleluya, Aleluya!

lunes, 14 de abril de 2014

Ignacio se fue a la granja.

Queridos todos:
Ignacio se fue a la granja y volvió contento. Ignacio se fue a la granja y  no pudo dormir con sus amigos,  habían hecho grupos de ocho y al final eran seis por habitación. Durmió con todos los que sobraban...Ignacio se fue a la granja y creció. Ignacio se fue a la granja con diez euros y así los utilizó. Cuatro ferrero rocher para compartir entre Marta y Almudena.Tres Lindor para Juancho. Y una capa pluvial roja para mí. Es una capa pluvial de esas gigantescas que sirven para taparse el cuerpo entero de la lluvia y que se guardan en una bolsa y se quedan pequeñas, e Ignacio al irse a la granja me la compró a mi, y yo, que últimamente debo estar muy sensible lloraba al ver los maravillosos souvenirs que Ignacio nos trajo de la granja. Vino con pena pues el presupuesto no le llegó para comprarle otra capa a su padre y otros bombones a Rafa, otra vez será, cuando Ignacio vuelva a la granja.