te decía tu madre ablandada
y tú de pequeño sonreías
y mis mejillas de ellos llenabas.
No dejes de darme besos.
Seguía insistiendo en tu cama
y tú guarito asentías
y de cariños rebosabas
No dejes de darme besos
sonreías y disimulabas
estar ya un poco dormido
y con el abrazo te bastabas.
No dejes de darme besos
te digo entre carcajadas
y tú con tu amplia sonrisa
¡te escondes bajo la almohada¡
No dejes de darme besos
rubio, guapo y responsable
que tu madre necesita:
ver tu lado más amable.
No dejes de darme besos
con esa tu sonrisa abierta
que luce fina ironía
y muestra tu alma despierta
Y si besos dejas de darme
Paciente he de resignarme
a seguirte viendo crecer
con ese buen parecer
Y en tus hermanos recaer
ese bello y fácil deber.
¡No dejes besos de darme¡
Felicidades, Ignacio.
