Cantos que despiertan nuestras almas dormidas, abotargadas de tanta comilona, que nos devuelven a lo esencial, a lo que en teoría hemos vivido estos días, Epifanía.
Concluye. Saludos, mucho afecto y en medio del pequeño tumulto un profesor alto en estatura y gigante en talla humana se acerca al Rector, pequeño en estatura, gigante también en talla humana y se funden en un abrazo, y no se sueltan, y el grande arropa al pequeño, pero llora como un niño con él, un niño que ha perdido hoy a su madre. La orfandad es dolorosa aún viviéndola desde la más profunda fe y consciencia de que es un simple hasta luego... y se siguen abrazando y se dicen algo al oído, palabra sabias, seguro, consuelo infantil, de amigo del alma a amigo del alma, y parece que no van a soltarse nunca, y ahí mismo se toca al Señor, se encarna en ellos, en su ser niños grandes, en su acompañrse en su llanto, en su abrazo.
Breve conversación con su mujer, da gracias por el regalo de haber podido ser acompañante, por haber podido querer más y mejor en el dolor y en la enfermedad, lloro yo de tapadillo y también doy gracias por haber podido querer más y mejor a padre, al mío, en su enfermedad.
Día espléndido, como en casa habas a la catalana de mi madre, que no tenga que esperar una enfermedad para quererte más y mejor.
