miércoles, 6 de julio de 2016

Alex, el panadero mallorquín

La ciudad de Palma siempre me regala. Además de los alumnos que siempre vienen a mis cursos y a los que ya  conozco y llamo por su nombre, mi paseo matinal antes de la clase no hay día que no me sorprenda con algo especial. Una experiencia estética, un nuevo patio no descubierto, una plazoleta, la luz,  unas vistas al mar desde una terraza, !un paseo en helicóptero!, la catedral más bella del mundo, unos zapatos rebajados o...un café.
Y ayer me tomé un café con strudel en forma de lazo de chocolate en un local pequeño de muros blancos, vigas de madera y un toque vintage  muy especial, muy mallorquín. Como no tenía prisa y estaba sola y porque tenía ganas de palique le pregunté al señor que me atendía si era cubano y parece que él, Alex, tampoco tenía prisa, estaba solo y tenía ganas de palique y en el rato del café me contó su vida. Era venezolano y estudió económicas y cuando se vino a España con su, ahora ex mujer,  pensó en hacer un máster en una escuela de negocios en Barcelona pero decidió dedicar ese dinero a montar un negocio en Ibiza...de pronto saltó a su infancia en Venezuela, una vida acomodada con medios y educación y servicio en casa, el líder de la pandilla que también  viajó a Estados Unidos.
No sé qué pasó cuál fue el paso para terminar con su piel estropeada y manchas, su look impoluto en un pequeño café de la ciudad de Palma pero fue un rato agradable, de encuentro.
Qué de decisiones tomamos que van marcando nuestro rumbo y cuando tomamos esas decisiones por los nuestros...eso ya es para otra Tesela.

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