sábado, 2 de junio de 2018

Marta, Marta...

Queridos todos.
Esta semana he llegado tarde a una cita en mi propio edificio. Una persona me esperaba y yo no era consciente de ello. He olvidado otra reunión importante por leer los correos en diagonal y no "agendar" la. Y lo mejor de todo hoy creía tener una fiesta de cumpleaños y cuando estaba a punto de vestirme e ir a 50 kms de Madrid me han advertido muy cariñosamente de que era la semana que viene.
No sé si ha sido el cambio de gobierno, esta lluvia casi tropical que nos está haciendo vivir la primavera más explosiva que recuerdo, o el fin de curso o que estoy muy centrada, eso sí, en un "paper" _que se llaman así ahora a los artículos de investigación _ pero el caso es que  a pesar de no tener la sensación de no llegar... No llego.

¿No llego o es una reacción del subconsciente que me repliega y me hace centrarme en lo importante?

Quiero creer que así es y por eso hoy, con esta lluvia, con este gobierno, con este cuerpo y este alma anhelante de serenidad (pasiva, activa o hipercativa) a falta de fiesta y de 2 de cinco niños me he arrebujado en una manta y me he zambullido en "Washington Square" de Henry James y desde ahí todo parecía estar algo más ordenado.

Desde ahí me ha resonado esa dedicatoria personal que a las Martas nos da el evangelio y que hace unos días me tocó 'por casualidad' en un reparto aparentemente fortuito de pasajes evangélicos "Marta, Marta afanada y turbada estás con muchas cosas.

Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada."


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