sábado, 11 de enero de 2014

De la Selva a Almería pasando por el Tornado

Tengo cierto empacho navideño y creo que el embotamiento se me ha subido a la cabeza, como dice Juancho mi hijo mayor (y por eso le castigaron a copiar una receta de cocina) estoy empanada, porque durante todos estos días he vivido momentos muy bloggeros (supongo que el oficio o el arte del bloggero nace del saber identificarlos) pero como viene siendo habitual  (  Rocío que tiene blog y cinco hijos, porque  nos gustan mucho nuestros maridos no es por otra cosa, me entenderá) no terminamos de asumir que nuestras ganas  van más deprisa que nuestras incipientes canas...pues no encontramos el momento, el orden, el silencio.
La idea que me ronda estos días, nada original, tampoco lo pretendo ser; todos queremos ser, aplaudidos, encontrados, acogidos, amados.

Y para buscar el aplauso, el de los niños, deformamos lo bello y hacemos el ridículo que provoca risa fácil y aplauso vacío y así la decepción  que me llevé en el musical de  "El Libro de la Selva"   una caricaturización grotesca de lo que en la etapa inicial de los grupos scout es su modelo de organización, funcionamiento, y comportamiento: la manada, Mowgli, Akela, Baghera y Baloo,  y la encarnación del mal, Shere Khan y Kaa la serpiente. Todo eso convertido en un poupurri de bailes con araña gigante incluida y  desafines constantes para atraer a un público infantil al que parece que se le presupone incapaz de percibir la verdadera belleza, la diferencia entre el bien y el mal y otras cositas...el caso es que mis hijas y mis sobrinas lo pasaron fenomenal pero por una vez que me estiro y les llevo a algo que se supone cultivador, hubiera esperado algo más...¿bello?.
 
Y para ser encontrados nos reinventamos hasta no reconocernos, pues quién diría que esta foto es anuncio de Turismo de la Región de Almería, que es, al menos para mis hijos su paraíso terrenal, su lugar preferido tanto en el recuerdo como en la experiencia, ¡si parece Añisclo en el Pirineo Aragonés'.
Y para sentirnos acogidos o que acojan a los que más queremos tiramos la casa por la ventana, como  hemos hecho este fin de semana invitando a diez niños al Parque de Atracciones para integrar a mi hijo Ignacio en su clase, y ... si, pero no. La acogida, la verdadera acogida nace de dentro. Ignacio "rubio" le llaman en clase, mi guarito, ha disfrutado con el ruido, el sube y baja de la montaña rusa, del Vértigo y del Tornado, pero al final algo compungido me confesaba que sus compañeros no le habían prestado mucha atención, y en el fondo de su alma eso es lo que más deseaba hoy, el resto era puro envoltorio, llevo muy mal esto de ver sufrir a mi hijo, pero que muy mal.
Y amados por un Dios al que no vemos, al que queremos creer y abrazar y al que tanto nos cuesta llegar y palpar, poca fe, muy poca fe. El rapapolvo del Papa Francisco en su exhortación me está dejando más empanada aún...habré de rumiarlo con más alegría.

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