lunes, 26 de septiembre de 2016

El ritual; los besos de Rafa

Comienza el curso. Comienzan las rutinas. Ajustamos horarios, idas y venidas. Complejo de autobusera. Intento sacar lo mejor del atasco,  que es poco. Hace fresco por la mañana. Vamos mitad para arriba de verano, mitad de invierno. Yo ya no me quito los botines hasta mayo.
Y en ese retomar y volver  llega el mejor ritual. El de los besos de 'mi' Rafa. Porque este niño es muy mío, con perdón de su avia  y de su madrina.
Le dejo en clase, no quiere que las niñas le acompañen porque es nuestro momento y me coge la cara con sus dos manitas y me da, al manos diez besos en una mejilla y descansa y me mira y me da otros diez en la otra. Sonoros,  llenos. Y para y me abraza en silencio.  No llora no son besos tristes de abandono sino muestras profundas de cariño, nos queremos, nos necesitamos, pues nos besamos.
Le dejo su tiempo, no quiero tener prisa ni azuzarle. Da unos pasos para irse. Y duda. Y se vuelve hacia mi. Sereno. Y repite. Y yo me dejo y no me muevo porque como él también los necesito. Y una vez que definitivamente se separa de mi. Le deseo buen día. Y sonrío desde dentro hacia afuera porque me revitaliza su deseo de ser querido y querer, de ser abrazado y abrazar y me llena de una ternura rebosante que se me sale por las orejas y que me hace bajar la escalera como aquel de Vicky el vikingo que decía...'estoy en-tu-sias-ma-dó' y llego a la furgo y continuamos camino.
Y así todos los días, comienza el curso, comienzan las rutinas. Vivan los besos que  nos dan para  vivir.

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