miércoles, 5 de febrero de 2014

El banco

Queridos todos:
De nuevo Costanza va a tener que esperar, pero ella mejor que nadie entiende que debo hacer esta entrada y no otra, al final me puede la belleza de lo aparentemente cotidiano. Os cuento.
En la Puerta del Sol han puesto un banco para comprobar cuál es la reacción de la gente y ¡cáspita¡...la gente se sienta a esperar, se sienta a leer el periódico, se sienta a tomar el sol, se sienta.
Pues bien, en casa también hemos puesto un banco que hizo mi Gepetto marido hace ya un tiempo con unas tablas que habían sobrado, andaba medio perdido y ha vuelto a salir a escena y tengo que decir que ésta familia mía es bastante más imaginativa que los transeúntes de la Puerta del Sol.
El banco sirve para que uno de los amigos de mis hijos que viene a jugar a la play (el sexto le llamamos) pueda sentarse, sirve para que Rafa el enano juegue al escondite, se suba en él para llegar a la mesa de sus hermanos, sirve de muro para hacer graffiti y   lo más importante nos sirve ¡de reclinatorio¡.
Nuestras oraciones de la noche (si es que se pueden llamar así, más de un día he estado tentada de grabarlo en vídeo porque es digno de ver) han adquirido un tinte de lo más piadoso porque ahora todos se pelean por rezar en nuestro banco-reclinatorio de rodillas.
Pues bien, y por eso no me he podido resistir a escribir esto. Ayer por la noche después de hacer mudanza del banco de una habitación a otra, y apagar las luces y dejar sólo un foco led (parpadeante por cierto porque es comprado en China por internet y creo que está apunto de fundirse) que alumbra una sagrada familia de madera de olivo que me trajeron de Tierra Santa,comenzamos a rezar. Pregunta rutinaria ¿qué misterios son hoy? es martes, Gloriosos responde Almu, Gozosos continua Martita, Dolorosos dice Igna (Juancho estaba haciendo ecuaciones de primer grado con su padre aunque ya no suele responder a mis preguntas rutinarias pero sí es el que impone el ritmo marcial al avemaría y señala con los dedos que sólo una y no tres). ¿Y por quién lo ofrecemos?, y ahí me adelanto yo porque mi rubio me había dicho que hoy de nuevo tres simpáticos amigos se habían metido con él y digo que quiero ofrecerlo por Igna para que esté cada día más contento en el colegio, y por el dedo de Martita que está morado. 
Se hace silencio, Ignacio de rodillas en el reclinatorio con la cabeza gacha, reconcentrado dice; -"Yo pido para que saque mejores notas, y para que no me rinda".
Menos mal que habíamos puesto luz ambiente y que la habitación estaba oscura porque no podía parar de llorar.
Esto es crecer, y lo demás son tonterías.





No hay comentarios:

Publicar un comentario